Explicación de la
auto-definición de Jesús como Buen pastor
Por Humberto Fernàndez
humbertofernandez25@gmail.com
Juan 10: 11 - 18
11 Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. 12 Pero el asalariado, que no es
pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas
y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa, 13 porque es asalariado y no le importan nada las ovejas. 14 Yo soy el buen pastor; y conozco mis
ovejas y las mías me conocen a mí, 15
como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas. 16 También tengo otras ovejas, que no
son de este redil; también a ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz; y
habrá un solo rebaño, un solo pastor. 17
Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. 18 Nadie me la quita; yo la doy
voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; esa
es la orden que he recibido de mi Padre.»
Tomaremos en cuenta que para la época la figura del
pastor era bastante relevante, era una de las formas de producción más comunes
para el sustento de las familias de aquella época.
Gracias a la comparación de Jesús, podemos imaginarnos
uno de esos corrales en que se juntan los rebaños de varios pastores bajo la
vigilancia de un cuidador para pasar la noche. Al amanecer cada pastor llama a
sus ovejas y parte al frente de ellas y estas al reconocer su voz le siguen sin
confusión alguna.
La Biblia anunciaba el día en que Dios, el Pastor,
vendría a reunir las ovejas dispersas de su pueblo para que vivieran seguras en
su tierra. Jesús es el Pastor y ha venido para cumplir lo anunciado; pero no lo
hará en la forma esperada.
Los judíos pensaban que el Pastor les devolvería su
antigua prosperidad y serian una nación privilegiada en medio de las demás
naciones.
Jesús, en cambio, dice claramente que su pueblo no se
confunde con la nación Judía. Suyos son los que creen y solamente ellos. Va a
sacar a sus ovejas de otros corrales, es decir, de otras naciones (16) fuera de
la judía.
Entonces las encabezará a todas. No pretende juntarlas
en un nuevo corral, es decir, en una sociedad semejante a las de este mundo,
sino que guiara a este mundo sin fronteras hacia donde él sabe. El único
rebaño, o sea, la única Iglesia, camina a lo largo de la historia y no
identifica su destino con el de ningún pueblo o civilización, como tampoco se
encierra en sus propias instituciones.
Los pastores del pueblo judío pensaban lograr la unidad
favoreciendo el orgullo nacional, los privilegios de las cartas más
concientizadas, el rencor contra los extranjeros. Jesús en cambio, reúne a su
pueblo con la sola atracción de su persona: es suyo quien da crédito a su
palabra y reconoce su voz.
Los hombres suelen agruparse entorno a grandes
figuras, sean líderes o santos. Pero la presencia de un pastor se hace más
necesaria todavía cuando un pueblo no tiene fronteras, ni armas, ni idiomas, ni
leyes que lo defiendan contra el ataque del exterior y las disensiones
internas.
Al hablar de pastor, la Biblia designaba, a veces a
Dios mismo, único Rey de Israel.
El contexto de la parábola es éste: Los pastores del tiempo de Jesús
dejaban por las noches sus rebaños en un corral común, con un guarda. Era la manera
más fácil de protegerlas de los ataques de los lobos o de los ladrones. Al
amanecer, antes de salir el sol, cada pastor recogía sus propios animales y los
llevaba a pastar. Cada pastor ha visto nacer y crecer a sus propios corderillos
y los conoce bien. Incluso tiene un nombre para cada uno. Las ovejas también
reconocen el olor y la voz de su dueño y no siguen a otro. Cada pastor entra en
el recinto y llama a las ovejas por su nombre. Una vez fuera, las cuenta y,
cuando están todas, camina delante de ellas para conducirlas a pastar al campo,
haciendo oír su voz para que no se pierdan. A un extraño, sin embargo, no le
siguen. Al contrario, tienen miedo de él y huyen de su presencia, porque no
están familiarizadas con su voz.
El
verdadero pastor se diferencia claramente de un asalariado. Éste último trabaja
por dinero y no le importa la suerte de las ovejas. Esto se ve cuando llegan
los lobos hambrientos a atacar el rebaño. Mientras que, en este caso, el dueño
de las ovejas arriesga su vida por defenderlas a ellas, el mercenario huye,
pensando sólo en salvarse a sí mismo. El buen pastor conoce a sus ovejas y es
capaz de distinguir las suyas de las demás, conoce las necesidades concretas de
cada una, sufre con ellas las inclemencias del tiempo y el cansancio de los
desplazamientos, vela por su rebaño, lo protege de los enemigos que lo
amenazan, cura a las ovejas enfermas, alimenta con solicitud a las preñadas,
dedica una atención especial a las más débiles.
Jesús
es el verdadero Pastor bueno y generoso que conoce nuestros nombres, nuestras
características personales, nuestra historia y que nos ama con un cariño único
e irrepetible.
Él
viene a buscarnos para sacarnos del redil donde estábamos encerrados (la
esclavitud del pecado y de la ley) y conducirnos a la libertad de los hijos de
Dios.
Nos
habla, educándonos con sus enseñanzas. Quienes le escuchan saben que sólo Él
tiene palabras de vida eterna (Juan 6, 68). Nos alimenta con su propio Cuerpo y
su propia Sangre (Juan 6, 55). Nos regala el agua del Espíritu Santo, la única
que puede saciar nuestra sed (Juan 4, 14). Nos conduce a la Verdad y la Vida
(Juan 14, 6).
Nos
ha amado hasta el extremo (Juan 13, 1), manifestándonos lo ilimitado de su amor
al dar la vida por nosotros (Juan 15, 13). La verdadera felicidad consiste en
acogerle y seguirle, porque nadie va al Padre, sino por él.
«"Yo
soy el Buen Pastor que conozco a mis ovejas", es decir, que las amo, "y las mías me conocen".
Habla, pues, como si quisiera dar a entender a las claras: "Los que me aman vienen tras
de mí".
Pues
el que no ama la verdad es que no la ha conocido todavía... "Quien entre por mí se
salvará, y podrá entrar y salir, y encontrará pastos". O sea, tendrá
acceso a la fe, y pasará luego de la fe a la visión, de la credulidad a la contemplación,
y encontrará pastos en el eterno descanso.
Sus
ovejas encuentran pastos, porque quien quiera que siga al Señor con corazón
sencillo se nutrirá con un alimento de eterno verdor. ¿Cuáles son, en efecto,
los pastos de estas ovejas, sino los gozos eternos de un paraíso inmarchitable?
Los pastos de los creyentes son la visión del rostro de Dios, con cuya plena
contemplación la mente se sacia eternamente».
Recuerdo
de manera muy noble y especial que en mi campo donde crecí (Jinamagao,
Guatapanal Mao. Valverde) mi papa tenía ovejas para la crianza y como tarea de
labores en la casa me tocaba pastorearlas por las tardes, pues en la mañana iba
a la escuela, recuerdo como aquellas 300 o más ovejas obedientemente seguían la voz que con gran
tonalidad les pronunciaba, además no iba solo ya que tenía un fiel amigo que me
acompañaba en la labor, era Capitán el perro de la casa.
Las
ovejas temen a los perros, bastante y en el lugar que las pastoreaba era una
finca que estaba bien alambrada y solo tenía una salida, lo que hacía era que
me paraba próximo a la puerta en una sombrita y las ovejas hasta que yo no le
indicara no salían ni se movían de aquel entorno, nunca pensé en las ovejas
como lo hago ahora solo al leer este texto es cuando he pensado en esto, me sorprende
ahora al analizarlo como el Señor tenia fuertes razones para haberlas
pronunciado.
Hoy
me pregunto: ¿A que le tememos nosotros? Las ovejas de las que habla Jesús le
temían a los lobos y a los osos, que eran los peligros de aquella zona, en la
nuestras que no tenemos osos o lobos están presentes los perros, la amenaza que
cito en mi breve historia.
Hay
tantos males hoy día que amenazan el rebaño del Señor, drogas, alcohol,
sincretismo, anti valores, ateísmo, delincuencia, secularismo etc. Pero no
olvidemos que por encima de todo esto tenemos la protección de Jesús Buen
Pastor, que nos cuida y nos protege y si fuera necesario daría su vida
nuevamente por cada uno de nosotros porque su amor no es limitado, sino que su
amor llega hasta los confines de la tierra y Dios Padre nos dio a su Hijo como
Pastor de las ovejas que somos cada uno de nosotros.
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